Todos resucitaremos en la segunda resurrección (es decir, la resurrección al final de los tiempo) lo creamos o no, pero el creyente que orienta su vida hacia Dios por la fe en la resurrección de Jesús (1 Co 15,1-34) resucitará para la vida eterna (1 Ts 4,14), en cambio el que se ponga voluntariamente en contra de Dios resucitará para la eterna condenación (Jn 5,29), que no es más que el dolor de la ausencia eterna de Dios en su vida. Por tanto, la vida plena que posee el resucitado se convierte en un elemento interpelador para nosotros ¿qué clase de vida queremos vivir? De la manera en que vivas tu vida en el presente dependerá tu vida eterna.
La segunda resurrección traerá para quien opte por Jesús una vida nueva, gloriosa, distinta y plena (1 Co 15, 35ss). Un cuerpo glorioso para una vida gloriosa.
(Tomado de la web de la Diócesis de Canarias)