sábado, 30 de diciembre de 2017

Semblanza de don Francisco Querejeta


   Francisco Querejeta nació en San Sebastián el 8 de octubre de 1923. Creció feliz entre muchos hermanos con el buen ejemplo de sus padres, las enseñanzas recibidas en el colegio de los Sagrados Corazones y los partidos de fútbol que jugaba en la playa de la Concha. Con diez y ocho años entró en el Seminario de Vitoria (en aquel tiempo era considerado vocación tardía) y allí cursó sus estudios de Teología hasta que con veinticuatro años fue ordenado sacerdote.
   En los primeros años de ministerio sacerdotal estuvo dando clases en el seminario, luego estuvo de Vicario en una parroquia de barrio en San Sebastián y, a la vez, inauguró, por mandato de su Obispo, el Secretariado Catequético de aquella Diócesis.
   La amistad que tenía don Francisco con algunos sacerdotes donostiarras que trabajaban en tierras andaluzas hizo que, con poco más de cuarenta años, dejara su tierra y se viniera a trabajar como cura a la zona rural de Jerez. Durante muchos años desarrolló su ministerio en Guadalcacín, Nueva Jarilla, Gibalbín, Estella del Marqués y en la barriada de la Granja. También tuvo tiempo para dar clases de religión primero en el Colegio de la Compañía de María de Jerez y después en el Instituto Padre Luís Coloma y para colaborar activamente en el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, en los Equipos de Nuestra Señora y en la Adoración Nocturna.
   El año 1981, el Obispo Rafael Bellido, lo nombra párroco de La Milagrosa de El Puerto de Santa María para que termine la construcción del templo, que sólo tenía los cimientos, y para poner en marcha la nueva parroquia. Desde aquella fecha, ya hace más de 30 años, don Francisco está dedicado en cuerpo y alma a atender este trozo de viña que el Señor le ha encomendado. En estos años ha podido celebrar cientos de eucaristía, ha confesado a miles de personas, ha dado la primera comunión a muchísimos niños, ha atendido en dirección espiritual a decenas y decenas de fieles, ha ungido con los últimos sacramentos a muchos enfermos... Por eso queremos dar gracias al Señor por habernos enviado un pastor según su corazón, por haber podido disfrutar tantas gracias que Jesucristo ha derramado a través de su ministerio sacerdotal. En los últimos años, Cristo unió a don Francisco de una manera especial a su Cruz redentora por medio de la vejez y la enfermedad, eso ha sido el colofón de una vida sacerdotal entregada a Cristo y a su Iglesia, por eso no dudamos que la Virgen Milagrosa lo recibirá en el Cielo con sus brazos abiertos.
                                                                                         (P. Federico Mantaras)